La Eucaristía es la fuente y el culmen de la vida Cristiana.
La Presencia Real: en la Misa, el pan y el vino se transforman en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Éste no es un cambio químico o físico porque las apariencias externas y sensibles del pan y del vino permanecen, pero bajo estas apariencias de pan y de vino, Jesús está realmente presente en la Eucaristía.
La Eucaristía como Sacrificio: La Misa es un sacrificio porque re-presenta (hace presente) el sacificio de la Cruz, pues es su memorial. En cada Misa, estamos llamados a unir nuestras vidas con el ofrecimiento de Cristo de sí mismo hacia el Padre. Como un memorial bíblico, la Misa hace presente el sacrificio de Cristo en la Cruz para aplicar los frutos de Su sacrificio a nuestras vidas. Comunión: Jesús nos ama tanto que desea venir a nosotros en la Santa Comunión. Cuando recibimos la Eucaristía, estamos recibiendo el mismo Cuerpo y Sangre de Jesús en nuestras almas. Es importante tomar tiempo para dar gracias amorosamente a Jesús después de que lo recibimos en la Santa Comunión, pues la Eucaristía nutre y fortalece nuestra vida en Cristo. Aunque todos están invitados, no todos están listos para recibir la Eucaristía, ya sea por un pecado serio que no se ha confesado en el Sacramento de Reconciliación o por falta de la plena comunión con la Iglesia Católica.